Debajo del paraguas, se insinuó la mujer más hermosa que vería durante su existencia. Maldita y egoísta lluvia, el destino se encontró con tus aguas, y naufragó.
Recuerdo una vez que me encontraron caminando bajo la lluvia. Alguien detuvo el auto, abrió la puerta y me invitó a subir. Dije que no, que prefería mojarme bajo la lluvia, aunque no llevaba paraguas. Después, más que una leve llovizna, se largó la tormenta más feroz que vi en mi vida, que inhundó las veredas y me hacía perder las ojotas flotando en los charcos cuando caminaba. Pero valió la pena sentirme viva al mojarme bajo la lluvia.
El destino nunca naufraga ;)
ResponderEliminarUn beso.
Ella estaba hecha de agua.
ResponderEliminarEsa mañana se despertó generosa y por ese día, tan sólo por ese día, no quiso ahogar.
El destino a veces es así...
Luvia, mujer, destino...impredecibles, con el poder suficiente de hacer naufragar al marinero mas intrépido.
ResponderEliminarEl destino siempre cumple su premisa... Excelente
ResponderEliminarBesines Ignacio
... y cual era el destino? (una idea: acaso no seria naufragar? ... )
ResponderEliminar(excelente)
La lluvia suele arrasar con todo. Una lástima!
ResponderEliminar¿Sería capaz de nadar?
ResponderEliminarRecuerdo una vez que me encontraron caminando bajo la lluvia. Alguien detuvo el auto, abrió la puerta y me invitó a subir. Dije que no, que prefería mojarme bajo la lluvia, aunque no llevaba paraguas. Después, más que una leve llovizna, se largó la tormenta más feroz que vi en mi vida, que inhundó las veredas y me hacía perder las ojotas flotando en los charcos cuando caminaba. Pero valió la pena sentirme viva al mojarme bajo la lluvia.
No, no, la lluvia tambien trae reencuentros.
ResponderEliminarMil cariños
Como agua sobre la mesa: la palabra, la imagen, ahora esa mujer regresará.
ResponderEliminarHermoso Ignacio. un microcuento maravilloso
ResponderEliminarTampoco está tan mal si los dos comparten el mismo paraguas.
ResponderEliminarNaufragios... otro mal necesario.
ResponderEliminarSaludos
E.