De vez en cuando revisaba los anaqueles de la biblioteca en busca de un libro que recordaba de lomo azul. Pasaba y repasaba sus ojos por los infinitos lomos hasta darse por vencido y entonces empezaba a leer los títulos. Generalmente encontraba el libro y no tenía el color del lomo que recordaba. Nunca aprendía, al poco tiempo repetía el error sin entender que el prejuicio de lo que se busca suele impedir que sea encontrado.
Tropezaba siempre con la misma piedra, digamos.
ResponderEliminarEl párrafo final es una máxima.
Beso inmenso
SIL
Los prejuicios son inútiles. Pues nunca nada es lo que parece...
ResponderEliminarUn abrazo!!
Pasa eso tantas veces con los recuerdos...
ResponderEliminarUn abrazo :)
Pues imagínate si en lugar de un libro se tratase de otra fábrica de prejuicios con patas... entre la necesidad de juzgar y el perjuicio de ser juzgado... menuda convivencia !!!
ResponderEliminarAbrazos desde el ocaso.
claramente!! eso sirve para todo orden de cosas.... buscar el novio de tal caracteristica q impide ver en los hombres una caracteristica q no sea aquella
ResponderEliminarsaludos
y tambien.. cuando dejas de buscar, lo encontrás.
ResponderEliminarEse libro debía de ser muy interesante...
ResponderEliminarA veces recordar algo como creiamos que era, nos impide ver cómo es ahora.
ResponderEliminarMuy buen texto.
un saludo
Perfectamente ilustrativo de algo que estuve tratando de explicar y no podía... le pusiste palabras a mis ideas. Sólo por esto elijo seguirte: ahora quiero más :-)
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