Consuelo.

No había aprendido a llorar, pero aprendió rápido a dar lástima mostrando sus ojos mojados. 
Los sentimientos de debilidad eran su fortaleza, y quien quisiera acercarse debía someterse a ellos.
Cierta vez se cruzó con un niño que lloraba; lo miró a través de sus ojos falsamente mojados y notó que todo el cuerpo lloraba, que las lágrimas eran apenas el trino de una flauta en medio de una sinfonía. El niño no necesitaba explicar el llanto, contar la anécdota, convencer a nadie; simplemente lloraba y el mundo sentía lástima y se compadecía.
Miraba tan fascinada el espectáculo que no pudo sentir lástima por el niño, consolarlo. De a poco sus ojos se secaron del falso llanto y nunca volvieron a mojarse. No se sabe que pasó con ella, en general los llorones mueren mucho antes del día de su muerte y la gente huye de los muertos. 

8 comentarios:

  1. QUIZÁ demasiado explicativo el texto, pero buena la idea.

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  2. Ella representaba un personaje elaborado inconscientemente por ella misma. Él era su auténtico Ser (el de cada uno) expresándose libremente... Aunque ninguno de los dos se daba cuenta; ni ella de que había convertido el Mundo en un escenario para representar su propia obra (la de su ego) ni él de que el Mundo era la obra representada por su Ser (el de cada uno) a través de él mismo (a través de cada uno de nosotros).

    Sabio y hermoso

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  3. Tremendo este cuento.
    Es tan breve como lapidario.
    De lágrimas falsas regado el mundo está.
    Falsas y heladas.
    Por suerte, algunas de ellas son fáciles de detectar, y nos permiten huir antes de que nos envenenen.

    Beso grande

    SIL

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  4. Repongo comentario de Cleopatra, borrado por error.

    Es verdad. Miles de muertos hay que laten, que huelen, que están al borde de alguna creación para sus días.

    Miles de muertos.

    Muy bueno.

    Te beso

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  5. Toda lágrima merece compasión y consuelo, ya sea para reducir el hueco del objeto perdido, o para satisfacer la necesidad de atención. Sería incapaz de ordenar ambas 'desgracias' sin caer en un craso error.

    Un fuerte abrazo, amigo.

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  6. No nos enseñaron a llorar... a veces somos los primeros sorprendidos de esa cosa que se derrite muy adentro, y que por algún lugar debe salir.

    Particularmente no soporto el victimismo, pero tampoco la armadura insensible. Es fácil caer en uno u otro extremo, en un mundo tan falto de verdadera compasión y empatía con el prójimo.


    Como siempre tus palabras invitan a la reflexión, Ignacio.

    Un fuerte abrazo.

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  7. genial relato
    lucido, brtutal
    es una gran verdad eso de que los llorones son muertos en vida, son desplazados y marginados como parias pesimistas, depresivas o tan solo "fracasados" que no le encontraron la vuelta a este sistema o a esta vida.

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