Tuve que dejarlo, que olvidarlo y regresar por donde vine. Sin mirar atrás.
Lo encontré entre las montañas, de eso ya hace una eternidad. Me miró pero yo sabía que no me estaba viendo. Mis encantos de mujer niña no funcionaron con él. Nunca me vio en realidad, jamás logré que me registrara, ni siquiera cuando lo besaba o lo obligaba a hacerme el amor.
Fui intentando que se conectara con el planeta, que hiciéramos un proyecto común, planeando un futuro de a dos. Pero jamás respondía, me miraba desde lejos, como si mirase a través de mi, y luego volvía su mirada a los cielos, al horizonte, al más allá y yo dejaba de existir.
Cierta vez no logré que me mirara. Estaba completamente compenetrado con un gorrión que picoteaba una camelia; le hablaba cada vez más fuerte pero él no me registraba. El gorrión voló por mis gritos y hasta que desapareció en la lejanía él lo siguió con los ojos perdidos y yo perdí el control, mi alarido hizo que los pájaros del valle levantaran vuelo e hiciesen sombra sobre nosotros. El me miró, por fin conocí su voz, y dijo: Te has enamorado de un solitario y quieres matarlo obligándolo a que te haga compañía. Sin alterarse se concentró en una pequeña flor que crecía entre las raíces de un viejo roble.
Nunca entendió mi generosidad y tuve que dejarlo.
Me gustó esto: “Te has enamorado de un solitario y quieres matarlo obligándolo a que te haga compañía.” Muy bueno!
ResponderEliminarMe gusta tu manera de escribir.
Saludos
Cuando intentamos transformar la esencia de la otra persona no hay amor, hay otras cosas, pero amor no.
ResponderEliminarMuy bonita tu historia Ignacio.
Un beso.
Las mujeres y nuestra obcecada intención de cambiar lo que no se puede cambiar...
ResponderEliminarGenial micro-cuento.
Un beso enorme Ignacio.
SIL
Dice que nunca comprendió su generosidad, pero es que ella tampoco copmrendió nunca la soledad del hombre...
ResponderEliminarUn besico.
Me ha estremecido tu relato, amigo. Tal vez te diré como auto-defensa, que el deseo de estar solo no puede ser eterno, y la disponibilidad de la mejor compañía... tampoco. Supongo que depende del grado de compromiso.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo y feliz semana.
Muy bueno... definitivamente en ocaciones lo que buscamos no es para nosotros. Y solo dejamos de insistir cuando surjen las palabras justas...
ResponderEliminarte sigo...
Acaso los solitarios no deberían enamorar o dejarse querer...a quien amas le basta solamente con la mirada, de quien te reconoce...no es fácil amar a un solitario que no siempre quiere estar solo o no siempre quiere estar por tí acompañado. Acaso el solitario arropará a su amada cuando lo necesite? o tendrá ganas de mirar alrededor y contemplar otros mundos?...La soledad no compromete y el silencio tampoco pero todo ello puede estar falto de verdad y ternura...
ResponderEliminarMuy buen texto que hace pensar y acaso tal vez recordar...
Es un cuento muy extraño e interesante... ¿Como se hace el amor con álguien que no te ve? Un abrazo.
ResponderEliminarel egoísmo nos ciega sin pensar en nada ni en nadie más.el ombligo del mundo.¿quien no ha sido egoísta alguna vez?
ResponderEliminar*gracias por tu visita
Difícil, diría imposible tratar de cambiar a las personas.
ResponderEliminarMe gustan tus cuentos, los mensajes que transmiten en pocas líneas, me voy a pasar más seguido.
Besos
Fiel reflejo de las relaciones, siempre uno intentando cambiar la conducta del otro. Me causaron gracia algunos comentarios. Porqué habría de cambiar el solitario? Después de todo, por algo ella se enamoró de él. Y seguramente ese "algo" sea justamente "eso".
ResponderEliminarExcelente cuento, como siempre tus cuentos Ignacio.
Cariños!
Me llegó mucho lo de la mirada que no ve...la compañía que no acompaña...
ResponderEliminarMuy interesante el relato, no podría ubicarme de ningún lado porque me senti identificada tanto con el solitario como con la mujer niña.
"A veces pienso que soy el hombre más solitario que existe.
Y eso no tiene nada que ver con la presencia de otras personas, de hecho detesto a los que me privan de la soledad y que, sin embargo, no me hacen compañía.
-¿Qué quiere decir con eso?
-¡Pues que no valoran lo que yo valoro! A veces contemplo la esencia de la vida de una manera tan profunda que de repente miro a mi alrededor y veo que nadie me acompaña, que mi único compañero es el tiempo"
El día que Nietzsche lloró. Irvin D. Yalom.
Si no supiera, que es imposible...pensaría que éste cuento lo inspiro una experiencia que viví en estos últimos dos años...me enamoré de un solitario...cometí el error de "gritar" mi amor...y lo perdí. Toda mi generosidad fue ignorada. Me encantó especialmente tu cuento. Un abrazo.
ResponderEliminarSiento tan intensamente este texto, que me siento como si fuera yo la que lo hubiera escrito.
ResponderEliminarTodo me coincide Ignacio.
Gracias.
Sé bienvenido a mi puerta y a mi casa.
Llenas de sensaciones el alma de quien te lee. Tienes arte y gracia en escribir y en transmitir.
ResponderEliminarQuedo agradecida de que hayas dejado tu huella en mi blogger para poder seguirte hasta aquí.
Y, admirada, me uno a tus seguidores para no perderte la pista.
Besos.
AMELIA
El amor es así, tierno y egoísta. Solitario y egoísta. Amor y egoísmo. Es así.
ResponderEliminarMuchos abrazos desde aquí.
No se puede transformar a un ser humano, se acepta como es, o adiós con dignidad.
ResponderEliminarBesos
Me ha gustado el cuento
Me han gustado todos tus blog y al final me he decido por comentarte en este (aunque también echaré un vistazo a menudo en el de "fantasmas" por aquello de que me atre lo oscuro, más que a una polilla la luz).
ResponderEliminarMe ha gustado el relato. La soledad buscada puede ser tan atractiva como la compañía. Pero nada es eterno y en algún momento se hace dura.
Un beso, Ignacio.
Algunos críticos (sic) dicen que el cuento tiene una desventaja frente a la novela:no tiene capacidad de "psicoligizar" los personajes. Yo no lo creo. L virtud del cuento es darle sencillez a la entidad de un personaje, y cómo lo logras en este cuento, donde se palpan dos personalidades, puestas en la figura de la antítesis o la contradicción: egoismo-amor. Muy buen realto. Un abrazo. carlos
ResponderEliminarese cuento suena tan familiar, pero tan familiar. que es increible.
ResponderEliminary es tan cierto, nuestra generosidad se derige a sitio equivocados.
...un placer leerte, Ignacio.
ResponderEliminarGracias por pasar por mi casa (cerrada aún) y permitirme llegar hasta vos.
Un beso
Ignacio, postulé este blog como candidato para el concurso de blogs literarios de Poetízame, espero no te moleste.
ResponderEliminarCariños!
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminarEl es un solitario y nadie puede cambiar eso, es mejor dejarlo antes de que siga haciéndo daño.
ResponderEliminarUn beso y me encanta cómo escribes :)
La soledad, el silencio, el encuentro con uno mismo, desde la mirada del otro, hermoso.
ResponderEliminarSaludos.
Regina.
¡Chapeaux!
ResponderEliminarSi no lo eres, a medida que te sumerges en las letras te vas convirtiendo. Ese vacío de voces desde fuera se reconstruye en nuestra cabeza cobrando una vida más allá de los sonidos, inundando el interior como un teatro donde tu eres titiritero, pero a veces marioneta.
Un abrazo desde estos mares de sólidas y pálidas encinas.
La esencia de las personas no se puede cambiar. No vale la pena intentarlo. Destaco la misma frase que Claudia. Buen relato querido amigo! Un abrazo
ResponderEliminarmuy bueno. la verdad que el reflejo en lo que escribis es inevitable. me gusto mucho. saludos!
ResponderEliminarAl tipo, no estoy segura; pero
ResponderEliminara la chica creo conocerla.
La locura que te deja cuerdo, la pasión que hoy mata y mañana te hace vivir
ResponderEliminarvivir
vivir
precios como escribes
El punto clave, creo, es que uno se enamora del otro tal cual es, después viene toda esa historia de querer cambiarlo. Me gustó mucho este cuento, un beso
ResponderEliminarLeí por ahi, que cuando intentamos modificar la esencia del otro, no hay amor, a lo que agreo, hay egoísmo.
ResponderEliminarMe gustó mucho, ni hablar de la frase que cita tu primer comentarista.