El escape.

Se fue. Sólo partió solo. Algunos dicen que huyendo, otros que solamente quería cambiar.
Ella aun no se decide.
Tal vez el miedo, la necesidad de calma, el silencio de su alma, el amor por su propio odio, nadie pudo saberlo, aunque todos opinaron al respecto, todos intentaron acortar su agonía, todos querían verlo morir.
Irse es algo parecido a la muerte. Para los que se quedan no hay diferencia. Huir es como nacer, a lo mejor el nacimiento es nuestra primera huída, nuestra primera certeza de que en el escape está nuestro futuro.
Su padre desde el pilar de su casa lo veía irse, alejarse, darle la espalda a lo que ya era irremediablemente su pasado. A él.
Alguna vez había escuchado que los hombres están condenados a perseguir metas que no son más que nuevos puntos de partida. Por una vez quería encontrar un lugar donde se sintiera el final, una llegada donde quedarse.
Las lágrimas de su madre estaban condenadas a ser eternas, inconsolables, irremediables, un castigo merecido y a la vez injusto, inaceptable. La vida le robaba su vida.
Ella no sintió pena por ninguno de los dos. Sabía que algo de la culpa le pertenecía y eso le hacía las cosas más fáciles. No volvería a ser la misma, no había dudas. Faltaba decidir si eso era mejor o peor. Había tiempo.
El cuerpo era sólo un recuerdo en el horizonte, había perdido la forma, como la pierden las cosas a la distancia, en el tiempo, en el pasado. Ya se podía deformar su imagen, deformarla hasta volverla perfecta. Esa imagen sería la realidad de ahora en mas, había que hacerla bien, no dejar ni un detalle.
Ya el campo y  él eran una sola figura, una sola forma que se movían a la distancia, juntos, como fundidos en un solo cuadro eterno donde él se enterraba.
La paz se interrumpió con un grito, ella corría hacia él, desesperada.
En el zanjón se detuvo, sólo sería la perseguidora, nunca un cómplice de su escape, nunca serían uno, sino eternamente dos, separados por la misma distancia que si se quedaba acá, en el pasado. Rezando para que él los recuerde. Que no los deje morir.

7 comentarios:

  1. Esa es mi eterna tragedia. Huyo hacia un polo, pero en mis sueños de despierta en trance voy desesperada tras él. Y eso es imposible. Todo es imposible. Imposible la huída, imposible la llegada, imposible el encuentro.

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  2. Huir...no siempre es la respuesta, depende en realidad de si estas huyendo de un sentimiento propio o de alguien. Es facil escapar de las personas, pero no de lo que nos provocan. Yo creo que uno debe estar donde sea feliz, cualquier lugar es tu hogar si tu alma lo decide.

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  3. Me ha gustado.
    Huir no sirve de nada todo va contigo en la mochila, bueno o malo.
    Saludos
    anamorgana

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  4. cuando la distancia es la misma que si se queda, cuando se sabe que nunca van a ser uno los dos, hay que irse, y nacer y crecer... a proposito ¿quien decia "hay que irse del barrio?
    buen texto

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  5. Huir de la propia huída..
    Soberbio.
    Si la distancia no se mide en metros...
    Mejor quedarse.
    Un placer leerte
    besos
    Feliz fin de semana

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  6. Muchas gracias por visitar mi blog, o mas que todo el blog de mi imaginacion. Vi que tenes varios blog, ahora me pongo a revolver un poco.
    Un abrazo

    Ss
    Lois*

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  7. Hola Edu paso a desearte un felíz fin de semana.
    De camino me recreo en tu texto.
    Un gusto siempre.
    Gracias por estar.
    Mil besos de primavera

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