Gas.

Se despertó pensando en los gases. Pensaba que solían tener el tamaño del recipiente que los contiene, sin forma propia, siempre acomodándose. Salió de la cama, hacía tanto frío como siempre. Miró la casa, enorme; habitaciones cerradas, vidrios con tierra, polvo en los muebles. La oscuridad lo cubría todo menos los recuerdos. Mientras caminaba a tientas hacia el baño para empezar el día pensaba en los gases, en que claramente la casa era muy grande y la soledad era un gas.

9 comentarios:

  1. Buenísimo... y real. Y a veces, la soledad no solo se expande por la habitación vacía, sino que parece entrar a presión y nos oprime hasta dolernos.

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  2. Hermoso. Tan lleno de ternura ácida, de nostalgia que dá escalofríos. Para serte sincera, me generó un poco de tristeza...pero me encantó.
    Un beso!!

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  3. ...la soledad es más grande que el recipiente que la contiene.
    La soledad pesa, te aplasta...te hunde.
    Lo que hay que hacer es despertarse SIN PENSAR EN LOS GASES !!!
    Mi beso gigante, Ignacio!

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  4. Pasaba a saludarte y de paso me he dado una vuelta por tu casa,estupendo relato.
    Un besico

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  5. Me recordó el comportamiento impertinente de los pensamientos, queriendo abarcar todos y cada uno de los huecos de nuestra consciencia.

    La soledad, uno de ellos...

    Genial, como de costumbre.

    Un abrazo.

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  6. Muy singular el cuento para el símil de la soledad. Saludos. carlos

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  7. Enhorabuena por estos breves relatos que cuentan cosas que resuenan en el más profundo centro del que las lee.
    La "soledad"; ese vacío nihilista que se instala en el corazón del Hombre o Mujer que se siente solo... Pero, ¿qué pasaría si aceptásemos plenamente esa soledad? ¿si la dejáramos ser hasta que nos desgarrara? ¿Si estuviésemos, incluso, dispuestos a morir en ella? Nadie sabe lo que pasaría porque nadie está dispuesto a morir en soledad y, en consecuencia se resiste a ello.

    San Juan de la Cruz expresó magistralmente, que hay tras esa "soledad" abrazada y la llamó la "noche oscura del alma".

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