El cazador.

A través de la mira se veía la presa, inocente y cálida. El cazador no disparaba porque el viento podía desviar la bala. La mira estaba apuntada justo debajo del ala, un lugar donde el taxidermista no tendría grandes problemas para esconder el agujero. Sería una presa maravillosa. El flamenco pareció moverse. Temblando, el cazador, se apuró a apuntar, estaba decidido. La infinita distancia volvía peligroso el intento, el viento podía desviar el proyectil y habría que esperar varias horas hasta que volviese a posarse un flamenco en el tronco del árbol partido.

Se escuchó un disparo, el cazador miró su dedo en el gatillo y volvió a mirar por la mira. El flamenco parado, como al margen de todo. Sintió un frío intenso en el pecho, se miró y palpó un líquido viscoso. Era sangre, su sangre. Volvió a mirar al flamenco y vio como levantaba vuelo. Una sombra en el suelo lo sobresaltó. Con esfuerzo se volteó y vio a la más hermosa de las mujeres. Sus ojos celestes parecían reírse, su boca carmín era el paraíso de los besos, sus pies, los de una doncella. Tenía una túnica de terciopelo negro, larga hasta los tobillos, en una mano, la guadaña, tal cual como se la habían contado. El cazador se sobresaltó. Jamás pensó en la muerte como algo real, había pasado toda su vida jugando con ella sin pensar en ella. En la otra mano, la dama empuñaba una pistola de juguete, la misma que él había olvidado hacía largo tiempo. Con ese juguete él había empezado a jugar a matar, a despreciar la vida y disparar a todo y a todos. La pistola seguía humeando cuando el cazador cerró los ojos para siempre. 

11 comentarios:

  1. " Es que la muerte esta tan segura de vencer, que nos da toda una vida de ventaja... "

    ResponderEliminar
  2. cazador cazado tal vez? toda una ironia. la mismisima prueba de q todo lo q hacemos se pone en nuestra contra. un saludo!

    ResponderEliminar
  3. Excelente relato!!! Muy imaginativo!!! Me ha gustado mucho...

    También quiero decirte que me encanta la foto que tienes de la pluma al comienzo de tú blog, es realmente muy buena.

    Besos rojos,
    HR.

    ResponderEliminar
  4. muy buena historia...
    de verdad me gusto mucho.
    Saludos!

    ResponderEliminar
  5. La muerte siempre llega... Es la única con la que siempre podemos contar...
    Beshos!

    ResponderEliminar
  6. El cazador sufrió en carne propia el efecto de sus propios actos. Me deja pensando cuantas veces nos ocurre eso en otros órdenes de la vida. Muy buen relato Ignacio! Saludos

    ResponderEliminar
  7. ¡Qué intenso! Recibió el final que merecía. No se puede jugar con la vida de otros seres.
    Un beso MUYGRANDE :)


    P.D.: conozco el amor, aunque, por desgracia, sea no correspondido. Pero todo llega.

    ResponderEliminar
  8. Aveces actuamos sin pensar en ese final cerrado que nos negamos a ver...

    Mucha luz!

    ResponderEliminar
  9. Que gran historia... para refleccionar. Un final muy interesante

    ResponderEliminar
  10. Muerte. Detrás de cada esquina, muerte. Se me aparece en todo lugar, en todo momento, y al caminar hacia ella para mirarla más de cerca, se escabulle lejos, escondiéndose una vez más. Muerte. Siempre esperando. Porque la vida es una preparación para poderla tomar entre los brazos, finalmente bienvenida. A la muerte.

    Debo acepatar que en verdad me agrada lo que escribes. Y cómo lo escribes.

    Saludos,

    J.

    ResponderEliminar
  11. Guau,me he quedado con la boca abierta ante tu relato.Tu disparo me alcanzó

    ResponderEliminar