La vista clásica de la verdad nos resulta cada vez menos familiar, no podemos entender el mundo desde nuestra ventana ni recordar el pasado solo haciendo memoria. Morimos a cada instante y una empresa de entretenimiento nos recrea mediante mentiras finamente creadas para que parezcan verdad. La serie empezaba con una mujer que asesinaba a su marido con una llave de tuercas, la vecina proponía tirar el cuerpo al canil luego de asarlo en el horno para que los animales no reconozcan a su antiguo dueño mientras llamaba a casa de la madre del desafortunado cornudo y preguntaba si había llegado y como podía ser si ya hacía casi una hora y media que salió de su casa. Al final colgaba pidiendo que le avisen que la pileta se había rebalsado por lo que debieron cortar el agua. Las mentiras se entienden como verdades en un mundo falso y nadie duda. Hasta habían comprado alimento balanceado para los perros, y así, no levantar sospechas sobre lo que sea que alimentó a los animales las últimas semanas.
No es fácil ser lesbiana en estos tiempos y menos habiéndose enamorado de la vecina quien fuera novia de su marido hace algunos años. No es fácil explicar a los que no entienden de mentiras lo que es un sentimiento verdadero. Parecería ser que el mundo ha decidido cambiar su rumbo y si es que existió un destino para todo esto ya ha sido dejado de lado y olvidado por la mayoría y para los pocos que todavía se deja entrever solo hay repudio y acusaciones de los mentirosos que al vivir según sus mentiras creen vivir en la mas absoluta verdad.
La tarde en que el muerto había recibido su sentencia, sin ser avisado, por supuesto, no fue como cualquier otra tarde, fue calma y placentera, uno de esos momentos en que la paz lo invade todo y los enamorados se sienten con fuerzas para todo y creen que el mundo ha sido creado para que estuviesen juntos por siempre jamás y que el amor, si existe tal cosa, merece cualquier esfuerzo para que se materialice como único e inexcusable designio del destino. Una tarde de esas que al llegar la noche el mundo ya no será el mismo, habrá cambiado para siempre sin posibilidad de vuelta atrás, de corrección. El mundo se somete a estas cosas como si fuesen parte de la naturaleza; el destino mira como mira el espectador, sabiendo que pase lo que pase él tenía una idea que difícilmente coincida con el desenlace. No hay rebobinado posible, el tiempo es la risa del destino que siempre se ríe, aun cuando todos lloran o piensan que no puede estar pasando lo que esté pasando, tic tac, ja ja.
El tiempo mata el resto, roba la forma del cadáver, del cuerpo sin vida, a la vez que perfecciona el recuerdo del ser amado en la mente de los amadores y la deforma hasta merecer la muerte en la de los odiadores.
Los perros comieron. Aquel pobre hombre que hoy es escatología pura, ayer fue una esperanza, una idea del amor y del odio, un marido y ahora, muy tarde para arrepentimientos un padre póstumo, otra vez lo habían condenado a algo para toda la vida sin avisarle, sin que se pueda enterar nunca, como antes. Los perros no volvieron a comer el alimento después del inesperado manjar, esta situación les regaló el privilegio de seguir comiendo carne comprada especialmente para ellos junto con el alimento que era desechado metódicamente el pozo de los residuos detrás del galpón.
Ellas no pudieron amarse por mucho tiempo para no despertar sospechas y la risa del destino hizo que cuando por fin una noche pudieron yacer juntas ya no se sentían atraídas por la otra persona, sus cuerpos se repelían como repele el olor de la muerte. Algo de lo que matamos se nos pega en la piel, principalmente en la cara y nos roba la belleza y nos impone la fealdad. Ya no podemos enamorarnos de nuestro reflejo en la otra persona porque nos damos asco, porque sentimos vergüenza de nosotros mismos y empezamos a oír como nunca, como martillazos el Tic tac, el ja ja, del tiempo, del destino y de nosotros mismos entre los ladridos de los animales que son los únicos beneficiados, los únicos que se alimentan de nuestras debilidades. Por que el amor es una forma de definirse, de caracterizarse y no se puede escapar, no amamos nosotros, ama lo que somos y nuestro amor será tan perfecto como perfectos seamos nosotros.
Al final se escucharon dos disparos casi juntos en las dos casas vecinas, en una un cuerpo solo en medio del piso, casi flotando en sangre, se había volado los sesos sin explicación, en la otra una situación similar pero con una carta. La sorpresa de la policía al encontrar dentro solo una orden, ningún dato del por qué, la carta en letra temblorosa e insegura pedía simplemente que el cuerpo fuese arrojado a los perros. Tal vez pasó dentro del televisor o tal vez no, imposible detectar la diferencia hoy porque todo, hasta lo falso, puede ser verdad y convertirse en alimento de animales.
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