Doble o nada.

El rumor corrió muy rápido, todos en el pueblo se acercaron a desafiar las habilidades del imitador. Se hacía llamar Jano, pero se le decía, cariñosamente, doble o nada, ya que la propuesta parecía surgir espontáneamente ante el reconocimiento de la derrota del desafiante. Se le proponía imitar personas y personajes conocidos por todos y desconocidos por casi todos, y siempre lograba imitarlos hasta con los detalles y gestos casi imperceptibles del imitado y el apostador realmente creía poder ver al personaje.
Alguien, algún día, comentó a Jano sobre el Sabio del Libro. Se decía que el viejo ermitaño seguramente podría derrotar a Doble o nada. El desafío era pequeño para el orgullo de Jano, por lo que accedió entusiasmado a la contienda.
El viejo, desganado por el viaje, pero alentado por la posibilidad, accedió.
Fue en la vieja plaza, la de atrás, ahora atrás, del pueblo, junto a la Iglesia y el correo, que se encontraron un medio día soleado. Estaba todo el pueblo, Jano y el viejo. El primer desafío era un personaje público, conocido por todos; Jano lo imitó a la perfección y la gente aplaudió y rió. En seguida se oyó el mantra: Doble o nada.
El segundo personaje era un desconocido escritor, conocido por los cultos y desconocido para los demás. Cuando el viejo aceptó la imitación, unos rieron con causa y otros con culpa, pero el jolgorio fue total y el doble o nada no tardó en arengar a las masas.
Parecía que Jano había derrotado al Viejo, que era ya casi un personaje inmortal para el pueblo. El desafío era a tres intentos y Jano era el triunfador si imitaba, perfectamente, a los tres.
El silencio se apoderó de todos y sólo el eco del doble o nada flotaba en el aire. El Viejo, que ya se sabía ganador pero que necesitaba el espectáculo para que su lección fuese efectiva, acariciándose la barba blanca le pidió al Imitador que representase a Jano cuando estaba sólo en su morada.
Se esbozaron unas muecas, miró al público, intentó unos balbuceos, movió sus brazos, piernas,  pero al fin los brazos cayeron junto con sus ojos que se clavaron en el suelo. El Viejo miró al derrotado y emprendió la retirada. Mientras caminaba pesadamente, decía al pueblo, que acababan de ver el primer paso de la felicidad del imitador, que tal vez no volviese a imitar a nadie. Se escucharon las lágrimas de Jano. El Viejo continuó diciendo que con las ropas de otros todos somos valientes, todos podemos ser el doble de otro, pero el problema era la nada. 

7 comentarios:

  1. ¨Nadie abriere o cerrare alguna puerta
    Sin honrar la memoria del Bifronte,
    Que las preside. Abarco el horizonte
    De inciertos mares y de tierra cierta.

    Mis dos caras divisan el pasado
    Y el porvenir. Los veo y son iguales
    Los hierros, las discordias y los males
    Que Alguien pudo borrar y no ha borrado

    Ni borrará. Me faltan las dos manos
    Y soy de piedra inmóvil. No podría
    Precisar si contemplo una porfía
    Futura o la de ayeres hoy lejanos.


    Veo mi ruina: la columna trunca
    Y las caras, que no se verán nunca. ¨

    .........-.........-........

    No me aguanté poner este soneto de Borges.

    Se me dibujaba en la mente mientras iba leyendo el cuento, y el final de TU RELATO se resume en LOS DOS ÚLTIMOS VERSOS DEL POEMA (el pareado final del soneto inglés)

    Ojalá no te parezca un dislate esta relación que hice.

    Un beso grande

    SIL

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  2. La conducta humana del disfraz, la carencia de autenticidad, que tanto afana hoy, cuando lasd personas han dejado de ser transparentes, naturales, en este Jano derrotado. Un abrazo. Carlos

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  3. El que se cree auténtico, tan sólo llegó al punto de perder la cuenta en la multiplicidad simultánea de sus imitaciones.

    Somos imitadores cuando hacemos de dobles y también lo somos cuando parecemos auténticos. Con menor o mayor, pero siempre imitadores.

    Lo más maravilloso, es reconocerlo.

    Un relato fantástico.
    Un abrazo.

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  4. ¡Qué verdadero placer pasar por acá a visitarte!

    Mucha luz para ti, encanto.

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  5. Contador de historias y cuentos mágicos, me gustaron los que te he leido. Felicidades.
    Un saludo.

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  6. ¡Muy bueno!

    Es facil desde afuera imitar, criticar, pero hay que ver quién y como es el interior del imtador.

    mariaorsa

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