Magestuoso. Que terrible es la inhibición. Hay que arrancarse la ropa y, a la vez, del alma arrancar las limitaciones y gozar (en cuerpo y alma) lo que el placer tiene para ofrecernos. Este espacio también me encantó. Cariños!
me pregunto qué habrás descubierto, como para no querer tocar... habrás llegado profundo a los sentimientos que guardan las personas =) que lindo... espero ;)
Aw, qué triste. A su vez, podría decir que considero positivo que, si ella sigue vestida, no quieras tocarla. No hay sensación más fea y vacía que tocar a la otra persona cuando sabemos que está vestida.
Hay vestidos que cubren como un velo impenetrable un cuerpo, un ser que se niega a dejarse seducir por la pasión, por desbordarse de placer...es una pena querer Amar a alguien que no se deja dar lo que llevamos para darles a manos llenas, supongo que el reto consiste en lograr traspasar el pudor y doblegar su ego para hacerles saber que disfrutar es algo realmente maravilloso...
si vamos al caso, no hay desnudez posible. El baile de la máscara, y esas cosas que los dos ya conocemos. Pero dónde la desnudez, o qué desnudez, si se implica una verdad más honda en lo desnudo de una persona. Todo radica en el interés, en la funcionalidad, pero ya cosificamos al cuerpo para medirlo según un valor de cambio ofensivo en la clave en la que nos estamos moviendo. No hay desnudez en tanto no hay verdad. O no. Me aburrí de escribir, creo.
Éstas publicaciones son las que más me gustan... tan sintéticas, y tan profundas. Tan sencillas a primera vista, y tan profundas si se leen con el alma...
Un abrazo Nacho (¿puedo llamarte así?)... Excelente lo tuyo.
Hay muros que se niegan a ser escalados, y hay corazones que no se abren nunca. Es mejor retirarnos a tiempo, de lo contrario vamos a salir demasiado heridos.
Querido Ignacio, ¡muchas gracias por ser tan atento! Ya me encuentro mejor, a veces pienso que la soledad es el precio que tengo que pagar para no corromperme. O que la tristeza es el precio que tengo que pagar por momentos para luego volver a contemplar al mundo con los ojos del alma.
Querido Ignacio, ¡muchas gracias por ser tan atento! Ya me encuentro mejor, a veces pienso que la soledad es el precio que tengo que pagar para no corromperme. O que la tristeza es el precio que tengo que pagar por momentos para luego volver a contemplar al mundo con los ojos del alma.
Es todavía más intenso al interpelar directamente a la lectora. ¿Qué es de tus jueves?
ResponderEliminarque forma tan hermosa de explicar todo. =)
ResponderEliminarMagestuoso.
ResponderEliminarQue terrible es la inhibición. Hay que arrancarse la ropa y, a la vez, del alma arrancar las limitaciones y gozar (en cuerpo y alma) lo que el placer tiene para ofrecernos.
Este espacio también me encantó.
Cariños!
Porque a pesar de estar desnuda, seguía sin poder ver tu interior.
ResponderEliminarEsto me ha hace pensar en que un solo roce no es suficiente.
ResponderEliminarUn abrazo
Ignacio... de verdad, me atrapaste!
ResponderEliminarVine paseando por tus blogs, por tus letras, por tus calles... Vuelvo...
Un beso
...¬¬¬ :)
ResponderEliminarLa segunda desnudez, tan ausente...
ResponderEliminarEnorme.
Un saludo, desde el ocaso de la mirada.
me pregunto qué habrás descubierto, como para no querer tocar...
ResponderEliminarhabrás llegado profundo a los sentimientos que guardan las personas =)
que lindo... espero ;)
Besoo Ignacio!
Adeus
Hermoso el pudor en los ojos! Besos!
ResponderEliminarque decepcion ... que sinceridad...
ResponderEliminarAw, qué triste.
ResponderEliminarA su vez, podría decir que considero positivo que, si ella sigue vestida, no quieras tocarla.
No hay sensación más fea y vacía que tocar a la otra persona cuando sabemos que está vestida.
Hay vestidos que cubren como un velo impenetrable un cuerpo, un ser que se niega a dejarse seducir por la pasión, por desbordarse de placer...es una pena querer Amar a alguien que no se deja dar lo que llevamos para darles a manos llenas, supongo que el reto consiste en lograr traspasar el pudor y doblegar su ego para hacerles saber que disfrutar es algo realmente maravilloso...
ResponderEliminarsi vamos al caso, no hay desnudez posible. El baile de la máscara, y esas cosas que los dos ya conocemos. Pero dónde la desnudez, o qué desnudez, si se implica una verdad más honda en lo desnudo de una persona. Todo radica en el interés, en la funcionalidad, pero ya cosificamos al cuerpo para medirlo según un valor de cambio ofensivo en la clave en la que nos estamos moviendo. No hay desnudez en tanto no hay verdad. O no. Me aburrí de escribir, creo.
ResponderEliminarÉstas publicaciones son las que más me gustan... tan sintéticas, y tan profundas. Tan sencillas a primera vista, y tan profundas si se leen con el alma...
ResponderEliminarUn abrazo Nacho (¿puedo llamarte así?)... Excelente lo tuyo.
Hermoso cuento.
ResponderEliminarHay muros que se niegan a ser escalados, y hay corazones que no se abren nunca. Es mejor retirarnos a tiempo, de lo contrario vamos a salir demasiado heridos.
Besos
Me desnudé una vez y temieron a mi desnudez. Por eso no quisieron tocarme. Por eso ya no quiero desnudarme.
ResponderEliminarCreo que pocos se desvisten del todo... La desnudez extrema implica soportar demasiada vulnerabilidad... Un abrazo Ignacio.-
ResponderEliminarEntregarse es desnudarse, lástima que algunos necesitan volver a vestir lo que ven para evitar encontrarse con sus propios sentimientos...saludos
ResponderEliminarQué decepción!
ResponderEliminarQuerido Ignacio, ¡muchas gracias por ser tan atento!
ResponderEliminarYa me encuentro mejor, a veces pienso que la soledad es el precio que tengo que pagar para no corromperme. O que la tristeza es el precio que tengo que pagar por momentos para luego volver a contemplar al mundo con los ojos del alma.
Un abrazo desde lejos!
Querido Ignacio, ¡muchas gracias por ser tan atento!
ResponderEliminarYa me encuentro mejor, a veces pienso que la soledad es el precio que tengo que pagar para no corromperme. O que la tristeza es el precio que tengo que pagar por momentos para luego volver a contemplar al mundo con los ojos del alma.
Un abrazo desde lejos!