Resignación.

Una vez más, el destino requisaba como un carcelero la celda de sus sentimientos, y se llevaba a la mujer de la que se había enamorado. Se la entregaba en las manos a la historia menos pensada. Una vez más, lo miraba sobradoramente y le recordaba que sólo él tenía el poder de juntar y separar.
La vio irse, la vio entrar en su nueva vida, acomodarse en ella y disfrutarla. Una vida que no hubiese conocido de no haberse él enamorado de ella. Y por último vio al destino mirarlo sobradoramente, a los ojos, y disfrutar del dolor que se reflejaba en ellos, pero él sabía que el dolor no se debía a la pérdida, ni se debía a las burlas del destino, no, era peor, el dolor se debía a que se daba cuenta de que estaba empezando a acostumbrarse.

7 comentarios:

  1. (aquí la palabra que nombra al silencio, única respuesta como compañía de estos ojos que te miran de tan lejos, de tan cerca)

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  2. Malo acostumbrarse a las burlas del destino...
    Malo no poder evitar que se forme ese callo alrededor del corazón...

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  3. Esa creo que es la vida... Somos barcos navegando en el mar de las circunstancias... Lo único que nos queda es evitar naufragar ante las tempestades. Un gran abrazo.

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  4. La idea es poder reirse de las malas jugadas del destino

    saludos!

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  5. Puede ser malo el acostumbramiento, pero lo bueno es que al menos viviste ese amor aunque se haya ido.

    Besos!

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  6. Acostumbrarse a eso......no por favor!!!!
    Un besote.

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